1928 - 2007, EEUU.
Artista ligado a varios movimientos incluyendo arte conceptual y minimalista. La pintura, el dibujo, la fotografía y las estructuras (término que él prefería al de escultura) son sus medios artísticos predominantes.
Sol LeWitt es un artista norteamericano nacido en 1928 en Hartford, Nueva York, de ascendencia judía rusa y con un pasado inmigrante como la mayoría de los artistas “Americanos” del siglo XX. Nacido entre las Guerras Mundiales, en el boom del American Dream y la depresión del 29, recepcionista nocturno en el MoMA y por si fuera poco, soldado activo en la guerra Corea. Definitivamente tuvo una juventud muy movida.
OBRA
Sus obras comprenden trabajos en dos y tres dimensiones, desde pinturas murales (más de 1200) a fotografías y centenares de dibujos y estructuras en forma de torres, pirámides, formas geométricas, y progresiones. De diferentes tamaños, desde maquetas a estructuras monumentales.
Sol Lewitt utiliza frecuentemente estructuras abiertas y modulares originarias del cubo, una forma que lo influyó desde que se hizo artista.
Cuando en la década de los 60, LeWitt encuentra su estilo propio tras varias experimentaciones, conceptualiza las estructuras, entendidas como esculturas tridimensionales con una fuerte carga minimalista. Utilizando estrictas formas geométricas de diversos colores, usando el cubo como la unidad básica de trabajo.
Su propuesta se puede clasificar en dos categorías básicas, las bidimensionales y las tridimensionales. Las primeras conocidas como wall drawings principalmente murales con composiciones geométricas básicas con colores básicos amarillo, rojo, azul y gris, que eran aplicados de forma directa en la pared con movimientos circulares en capas transparentes. En muchas ocasiones eran piezas efímeras que morían junto con el final de la exposición.
Quizá la mayor aportación a la historia del arte por parte de nuestro artista es el concepto del valor de la idea como obra de arte. Que sería el motor del arte conceptual y de artistas como Joseph Kosuth, Piero Manzoni, Yoko Ono, Jasper Johns o Robert Rauschenberg.
Parte de la convicción de que la idea primigenia que sustenta una obra es más importante que el resultado mismo. Sostenía que al igual que la música, sus piezas podrían ser representadas por cualquiera de forma mejor o peor que el artista pero que eso no lo hacía perder su valor.
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